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¿Qué es la Esfera de los Monos?

Esta es una traducción del artículo «What is the Monkeysphere?» escrito originalmente en inglés por Jason Pargin y que habla sobre el número de Dunbar. No hay mucha información en español sobre el tema en internet. Pero el bueno de Pargin, allá por el lejano 2007, nos lo explicaba con algo de humor. Se los dejo traducido al español.

¿Qué es la Esfera de los Monos?

Una muerte es una tragedia. Un millón solo una estadística. - Kevin Federline

¿Qué tienen que ver los monos con la guerra, la represión, el crimen, el racismo e incluso el spam? Ya verás que todas esas salvajadas de repente hacen mucho sentido si nos adentramos en la Esfera de los Monos.

¿Qué mierda es la Esfera de los Monos?

Primero, imagina a un mono. Un pequeño mono disfrazado de pirata, si es que eso te ayuda. Lo llamaremos Palmadas.

Imagina que tienes a Palmadas como mascota. Dale una personalidad. Quizá tú y él tienen aventuras y se unen para luchar contra el crimen. Piensa cómo de triste estarías si Palmadas se muere.

Ahora, imagina que tienes cuatro monos más. Los llamaremos Tito, Burbujas, Marcel y TiraMierda. Dales una personalidad a cada uno de ellos. Quizá uno es agresivo, el otro cariñoso, el siguiente tranquilo y el último lanza mierda todo el tiempo. Pero todos ellos son tus amigos personales.

Ahora imagina a cientos de monos.

Ya no es tan fácil, ¿cierto? ¿Cuántos monos tendrías que tener antes de que no puedas recordar sus nombres? Hasta qué punto, en tu mente, ¿tus amadas mascotas se convierten en simples monos sin rostro? Aunque tuvieran un poquito de Palmadas en ellos, habrá un punto en el que no te importará si se mueren.

¿Cuántos monos necesitarás hasta que deje de importarte?

No es una pregunta retórica. Ya tenemos una cifra.

 

—¿Todo esto es una cruzada contra la superpoblación de monos? ¡Haré que castren a mi mono ya mismo!

No. Quedará claro en un momentito.

Mira, unos expertos en monos hicieron un estudio sobre monos hace un tiempo, y descubrieron que el tamaño del cerebro de los monos determinaba el tamaño de los grupos que forman. Mientras más grande el cerebro, más pequeñas eran las sociedades que formaban.

De hecho, revisaron tantos cerebros de monos que podían tomar uno que nunca habían visto antes y a partir de ahí, podían predecir de qué tamaño era la tribu a la que esa especie pertenecía.

La mayoría de los monos se mueven en grupos de 50 o por ahí. Pero alguien mostró un cerebro ligeramente más grande y estimaron que para este animal, un grupo o sociedad ideal era de 150.

Ese cerebro, por supuesto, era humano. Probablemente de algún indigente que sacaron de la calle.

 

—¿Y cuál es la novedad? ¿Qué los humanos son una secuela de los monos con alto presupuesto? ¿Quién no sabía eso?

La cosa va a más, mucho más allá que eso. Veamos un ejemplo.

El famoso presentador Tim Russert contó una encantadora historia sobre su padre, en su libro Big Russ and Me (el título hace referencia a su romance intermitente con el actor Russell Crowe). El padre de Russert solía tomarse media hora para envolver cuidadosamente cualquier cristal roto antes de llevarlo a la basura. ¿Por qué? Porque «El recolector de basura podría cortarse las manos.»

Que esto fuera algo tan inusual ilustra el punto. Nadie dedica mucho tiempo a preocuparse por el bienestar del recolector de basura, a pesar de que desempeña un papel crucial al no obligarnos a vivir en una cueva excavada en una montaña de nuestra propia inmundicia. No solemos preocuparnos en absoluto por su seguridad o su comodidad y, si lo hacemos, no es de la misma manera que nos preocuparíamos por nuestro mejor amigo, nuestra esposa o incluso nuestro perro.

La gente bota botellas a medio vaciar de limpiadores, sin pensar por un segundo qué pasaría si eso le salpica al recolector en los ojos. ¿Por qué? Porque él existe fuera de la Esfera de los Monos.

 

—Ahí está esa frase otra vez.

La Esfera de los Monos es el grupo de personas, con sus mentes simiescas, capaces de concebir a los demás como personas. Si los científicos están en lo cierto, es físicamente imposible que este número sea mucho mayor que 150.

La mayoría de nosotros no tenemos espacio en nuestra Esfera para nuestro amigo el recolector de basura. Entonces, no lo consideramos como una persona. Lo consideramos como La Cosa Que Hace Desaparecer la Basura.

Incluso si llegas a conocer y apreciar a tu recolector de basura en particular, en algún momento todos tenemos límites en nuestra Esfera de preocupación simiesca. Es la forma en que están construidos nuestros cerebros. Cada uno tiene un círculo determinado de personas a las que consideramos como personas, generalmente nuestros amigos, familiares y vecinos, y tal vez algunos compañeros de clase, colegas o personas de nuestra iglesia o culto suicida.

Aquellos que existen fuera de ese grupo central de unas pocas docenas de personas, no son personas para nosotros. Son como NPCs.

¿Recuerdas la primera vez que, de niño, viste a uno de tus profesores fuera del salón de clases? Tal vez viste a la vieja Srta. Puckerson comiendo frijoles refritos con una pajilla en Taco Bell, o a tu director saliendo de una tienda de juguetes para adultos. ¿Recuerdas esa sensación surrealista que tuviste cuando viste que estas personas en realidad tenían vidas fuera del salón de clases?

 

—Entonces, ¿cómo cambian las cosas todo esto?

Bueno, no mucho. Es simplemente la única razón por la que la sociedad no funciona.

Piensa: ¿qué te afectaría más, la muerte de tu mejor amigo o una docena de niños en la otra parte de la ciudad que murieron porque su autobús chocó con un camión que transportaba abejas asesinas? ¿Qué te impactaría más, la muerte de tu madre o enterarte por las noticias de que 15,000 personas murieron en un terremoto en Irán?

Todos son seres humanos y todos están igualmente muertos. Pero cuanto más cerca están de nuestra Esfera, más significa para nosotros. Así como tu muerte no significará nada para los chinos o, de hecho, para nadie que esté a más de 30 metros de distancia de donde estás sentado en este momento.

 

—¿Por qué debería sentirme mal por los demás? ¡Ni siquiera los conozco!

Exactamente. Esto está tan arraigado que incluso sugerir que deberías sentir sus muertes tan profundamente como la de tu mejor amigo suena un poco ridículo. Estamos programados para tener un doble estándar totalmente drástico para las personas dentro de nuestra Esfera en comparación con el 99.999% de la población mundial que está fuera de ella.

Piensa en esto la próxima vez que te enojes mucho en el tráfico, cuando empieces a hacer gestos obscenos con el dedo y a asomar la cabeza por la ventana para gritar: «¡APRENDE A CONDUCIR, HIJO DE PUTA!» Intenta imaginar actuar así en un grupo más pequeño. Por ejemplo, si estás en un ascensor con dos amigos y un compañero de trabajo, y una de tus amigas intenta presionar un botón y accidentalmente pulsa el incorrecto. ¿Te inclinarías hacia adelante, con tu boca a cinco centímetros de su oído, y gritarías: «¡APRENDE A USAR LOS PUTOS BOTONES DEL ASCENSOR, ESTUPIDA DE MIERDA!»?

Pensarían que te has vuelto loco. Todos nos volvemos un poco locos cuando estamos en un grupo más grande que la Esfera. Es por eso que sientes esa extraña sensación de invencibilidad anónima cuando estás sentado en una multitud, gritando insultos a un jugador de fútbol que nunca te atreverías a decirle nada a la cara.

 

—Ya, pero yo soy amable con los desconocidos. ¿Has considerado que tal vez tú simplemente eres un desgraciado?

Claro, probablemente no te esfuerzas por ser malo con los desconocidos. Tampoco te esfuerzas por ser malo con los perros callejeros.

El problema es que, eventualmente, las necesidades tuyas o las de aquellos dentro de tu Esfera requerirán perjudicar a alguien fuera de ella (incluso si esa necesidad es simplemente desahogar algo de tensión y enojo a través de insultos exagerados). Es por eso que la mayoría de nosotros ni siquiera soñaría con robar dinero del bolsillo de la anciana que vive al lado, pero no nos importa robarle internet al vecino, agregar una exención sospechosa en nuestra declaración de impuestos o celebrar en silencio cuando se olvidan de cobrarnos algo en el restaurante.

Puedes tener una lista de racionalizaciones lo suficientemente larga como para dar la vuelta al mundo, pero la verdad es que en nuestros cerebros de mono, la anciana que vive al lado es un ser humano mientras que la compañía de internet es una gran y fría máquina sin rostro. Rara vez se nos ocurre que la compañía en realidad no es más que un grupo de personas igual de humanas que la anciana, o que directamente algunas amables ancianas trabajan allí y perderían sus empleos si se robara suficiente internet.

Por cierto, eso es una de las cosas ingeniosas de las grandes religiones. Los antiguos escritores religiosos sabían que era más fácil aprovecharse de un desconocido, por lo que nos enseñaron a tener la idea personal de un Dios en nuestras mentes que dice: «No importa a quién lastimes, realmente me estás lastimando a mí. Además, puedo aplastarte como a una uva.» Debes admitir que, si no estaban escribiendo palabras inspiradas por el Todopoderoso, al menos entendían la Esfera de los Monos.

Una vez que comprendes el concepto, puedes ver ejemplos por todas partes. Caminarás por las calles como Roddy Piper después de ponerse sus gafas de rayos X en «They Live ".

Pero espera, porque esto se vuelve mucho más grande y mucho más extraño…

 

—Entonces nos vas a decir que esta cosa de la Esfera de los Monos gobierna todo el mundo? Aparte, They Live fue una porquería.

Ve y enciende la radio. Escucha a los conservadores hablar sobre «El Gobierno» como si fuera un enorme dragón acechante listo para devorarte a ti y a tu sueldo por completo. No importa que el gobierno esté compuesto por personas y que todo ese dinero que recaudan vaya a parar a los bolsillos de seres humanos. Se sabe que el locutor de radio Rush Limbaugh deja propinas del 50% en los restaurantes, pero se enoja en su programa si «El Gobierno» le descuenta aunque sea la mitad de esa cantidad de su sueldo. A pesar de que ese dinero ayuda a esa misma madre soltera a la que no tuvo problema en dejarle una buena propina cuando era camarera.

Ahora cambia a un programa liberal, escucha cómo describen a las «Empresas Multinacionales» en los mismos términos diabólicos, una fuerza negra y maligna que emite humo, envenena el agua y esclaviza a la humanidad. ¿No es extraño cómo un hombre solitario que talla y vende juguetes para niños en su sótano es un amor de persona que simplemente ama llevar alegría en Navidad, pero una gran corporación de juguetes (que lleva juguetes a millones de niños en Navidad) es una máquina inhumana y enferma de codicia? Curiosamente, si el amable hombre solitario que hace juguetes produjera bastante más y contratará suficiente gente y abriera tiendas, eventualmente dejaríamos de verlo como una tienda de juguetes y comenzaríamos a verlo como una malévola fábrica de los Orcos de Mordor.

Y si acabas de pensar: «Bueno, esos presentadores de programas de radio son solo un grupo de fanfarrones egómanos», lo has vuelto a hacer, has convertido a seres humanos reales en personajes de dibujos animados de dos palabras. No es sorprendente, lo haces con prácticamente los ocho mil millones de seres humanos fuera de la Esfera.

 

—¿Se supone que de repente debo preocuparme por ocho mil millones de desconocidos? ¡Eso ni siquiera es posible!

Así es, no es posible. Ese es el punto.

Lo que es difícil de entender es que también les resulta imposible preocuparse por ti.

Por eso no les importa robar tus cosas, vandalizar tu casa, reducir tu salario, aumentar tus impuestos, bombardear el edificio de tu oficina o inundar tu computadora con spam publicitario de píldoras para dietas y agrandamiento del pene que saben que no funcionan. Estás fuera de su Esfera. En su mente, eres solo un ser con un bolsillo lleno de dinero listo para ser tomado..

Piensa en Osama Bin Laden. ¿Acabas de imaginar a un hombre camuflado escondido en una cueva, planeando misiones suicidas? ¿O estás pensando en un hombre que tiene hambre y tiene una comida favorita, que tuvo un enamoramiento de niño por una chica, que tiene pie de atleta y dolores de cabeza crónicos y se despierta por la mañana con una erección y ama el voleibol?

Algo en ti, justo ahora, probablemente se ofendió por eso. Piensas que hay un esfuerzo por generar simpatía hacia ese hijo de la grandísima puta asesino. ¿No es extraño cómo el simple hecho de conocer hechos aleatorios sobre él de inmediato toca tus cuerdas de simpatía? Se acerca a tu Esfera, adquiere dimensión.

Ahora, la fría verdad es que Bin Laden necesita desesperadamente una bala en la cabeza, al igual que la caricatura delirante de cuatro colores en la camiseta de algún redneck. Sin embargo, la clave para entender a personas como él es darse cuenta de que nosotros somos la caricatura en su camiseta.

 

—¿Estás utilizando a los monos para afirmar que todos somos Osama Bin Laden?

Más o menos.

Escucha a cualquier joven con su primer trabajo, quejándose sin parar de cómo su jefe lo está estafando y de cómo el gobierno lo está estafando aún más ("¡¿Qué es el Seguro Social?!" grita mientras mira su primer cheque de pago).

Luego observa a ese mismo joven en el trabajo, cuando deja caer una hamburguesa al suelo, la recoge, la coloca en un pan y la sirve a un cliente.

En esa hamburguesa caída, tiene todo lo que necesita para comprender a esos políticos sin corazón y a los jefes corporativos. Ellos lo ven exactamente de la misma manera en que él ve a los clientes que hacen fila en el mostrador de hamburguesas.

En ambos casos, tanto para el chico que prepara las hamburguesas como para el hombre que dirige Exxon, lo único que importa es sobrevivir hasta fin de mes y cobrar el cheque. No se piensa en la verdadera infelicidad humana que se genera al hacerlo de manera descuidada (¿alguna vez te has enfermado tanto de intoxicación alimentaria que pensaste que tu revestimiento estomacal iba a salir volando por tu boca?). Muchos clientes o empleados simplemente no caben dentro de la Esfera de los Monos.

El chico se quejará diciendo que no debería tener que preocuparse por los clientes gracias al salario mínimo, pero la verdad es que si un hombre no siente simpatía por su prójimo ganando $6.00 por hora, no sentirá nada tampoco ganando $600,000 al año.

O, mirándolo desde otro punto, si se nos permite ser indiferentes e incluso resentidos con las masas por $6.00 por hora, imagina cuán enojado se permite estar un hombre pakistaní que gana eso mismo, pero a la semana.

 

—Has utilizado la palabra «mono» más de 50 veces, pero el mismo principio apenas se aplica. Los seres humanos han estado en la luna. A ver si los monos pueden hacer eso.

No importa. Es solo una cuestión de grado.

Hay una razón por la cual el legendario Charles Darwin y su asistente, Jeje (pronunciado «eheh») Santiago, dedujeron que los humanos y los chimpancés eran primos evolutivos. Por sofisticados que seamos (compara nuestras avanzadas plantas de tratamiento de aguas residuales con la técnica primitiva de los chimpancés de lanzar heces con las manos desnudas), la verdad ineludible es que estamos igualmente limitados por nuestro hardware mental.

La diferencia principal es que los monos están contentos de quedarse en grupos pequeños y rara vez interactúan con otros fuera de su banda. Por eso rara vez entran en guerra, aunque cuando lo hacen se considera ampliamente hilarante. Sin embargo, los humanos necesitan automóviles, petróleo y bienes manufacturados de calidad fabricados por los amables empleados de 3M, videojuegos japoneses, redes mundiales de internet y, lo más importante, gobiernos. Todas estas cosas requieren grupos de más de 150 personas para mantenerse de manera efectiva. Por lo tanto, nos encontramos rutinariamente funcionando en grupos más grandes de lo que nuestros cerebros primates pueden manejar.

Aquí es donde empiezan los problemas. Como una frágil pirámide humana desnuda, nos apoyamos y lloramos al mismo tiempo. Nos quejamos en voz alta de nuestro trabajo frente a una anónima cadena de montaje que nos chupa el alma, mientras que al mismo tiempo viajamos en un vehículo que solo una cadena de montaje podría haber producido. Es una contradicción constante que nos ha hecho sentir molestia y nos ha llevado a unirnos en clubes de lucha informales en sótanos.

Por eso creo que fue, con una gran carga de tristeza, que Darwin se volviera hacia su asistente y dijera: "Jeje, somos los monos".

 

—Oh no, ni se te ocurra.

Si lo piensas, toda nuestra sociedad ha evolucionado en torno a las limitaciones de la Esfera de los Monos. Hay una razón por la cual todas las naciones realmente poderosas con los todoterrenos más grandes y las llantas más relucientes de 22 pulgadas tienen algún tipo de democracia representativa (donde votas por personas para que gobiernen en tu nombre) y todas ellas son, hasta cierto punto, capitalistas (donde las personas realmente pueden comprar propiedades y quedarse con parte de lo que ganan).

Democracia
 

Una democracia representativa permite que un pequeño grupo de personas tome todas las decisiones, mientras nosotros, la gente común, podemos sentir que estamos haciendo algo al ir a un lugar de votación cada par de años y jalar una palanca que, en realidad, tiene el mismo efecto que girar la perilla con números en tu tostadora. Podemos sentirnos simultáneamente como si estuviéramos a cargo, pero estamos suficientemente contenidos como para no causar un caos real de monos una vez que nos dejamos llevar por uno de nuestros frenesíes de monos chillones y alborotadores ("¡Una mujer mostró una teta en el Super Bowl! ¡Queremos una prohibición inmediata de tetas y fútbol!")

Por otro lado, algunas personas en un pasado distante, ingenuamente pensaron que podrían sentar a todos los millones de monos y decir: "Muy bien, todos vayan a recoger los plátanos, luego tráiganlos aquí y los distribuiremos con una fórmula compleja que determinará la necesidad de plátanos para cada uno. ¡Vayan a recoger plátanos por el bien de la sociedad!" Para los monos, fue un desastre confuso, chistoso y trepidante.

Más tarde, un hombre mucho más realista sentó a los monos y les dijo: "¿Quieren plátanos? Cada uno vaya y obtenga el suyo. Yo me echaré una siesta". Ese hombre, por supuesto, fue el filósofo alemán Hans Capitalismo.

Mientras todos obtengan sus propios plátanos y compartan con los pocos en su Esfera, el sistema prosperará aunque nadie esté intentando realmente que el sistema prospere. Esto es quizás cómo lo habría expresado Ayn Rand, de no haber sido una tipa tan despreciable.

Luego, en algún momento del siglo III, el filósofo francés Pierre "Francecin" LaFrench inventó el racismo.

Franceses haciendo cosas

Esto fue una forma de simplificar el mundo demasiado complejo para los monos imaginando que todas las personas de cierta raza son la misma persona, creyendo que todos tienen las mismas actitudes, modales, gustos en comida, ropa y música. Funciona hasta cierto punto, siempre y cuando consideremos a esa persona como alguien bueno ("¡Esos asiáticos son tan trabajadores, lindos y educados!") pero cuando empezamos a verlos como un solo, idiota y enorme todo (como con los franceses, irónicamente), nuestra felicidad de mono se desmorona una vez más.

No es culpa exclusiva de los franceses. La verdad es que todos estos esquemas de gestión de monos solo llegan hasta cierto punto. Por ejemplo, hoy en día, uno de cada cuatro estadounidenses tiene algún tipo de enfermedad mental, generalmente depresión. Uno de cada cuatro. Observa un partido de baloncesto. Las probabilidades son que al menos dos de esas personas en la cancha tengan una enfermedad mental. Mira alrededor de tu casa; si todos los demás parecen estar bien, eres tú.

¿Impresionante, verdad? Enciendes las noticias y ves un programa especial sobre la Epidemia de Obesidad. Te han cargado con la preocupación de millones de personas que comen en exceso. ¿Qué se supone que debes hacer exactamente con los hábitos alimenticios de 80 millones de personas que ni siquiera conoces? Has asumido la carga de preocuparte por todas estas personas fuera de la Esfera, y ahora llevas ese peso inútil de preocupación como si fueras algún tipo de animal de carga.

 

—Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer al respecto?

En primer lugar, entrena tu mente para sospechar cada vez que veas simplicidad. Cualquier afirmación de que la raíz de un problema es simple debe ser tratada de la misma manera que una afirmación de que la raíz de un problema es el Yeti. La simplicidad y el Yeti se encuentran en el mundo real con la misma frecuencia.

Así que rechaza el pensamiento binario de «bueno vs. malo» o «nosotros vs. ellos». Sabemos que los problemas no pueden resolverse con eslóganes ingeniosos y programas simplificados paso a paso.

Puedes hacerlo siguiendo estos simples pasos. Nos gusta llamar a este plan, el plan I.N.T.E.N.T.A.R:

En primer lugar, INGENUO DE MIERDA. Es decir, acepta el hecho de QUE LO ERES. Todos lo somos.

Esa persona realmente molesta que conoces, la que siempre está diciendo tonterías, la persona que siempre cree tener la razón. Bueno, lo más probable es que para alguien más, tú seas esa persona. Así que toma la cantidad que crees que sabes, réstale el 99.999%, y entonces tendrás una idea de cuánto realmente sabes acerca de las cosas fuera de tu Esfera.

En segundo lugar, ENTIENDE que no existen Super Monos. Simplemente monos. Esos tipos que ves en la televisión, dando seminarios inspiradores, enseñándote cómo alcanzar tu potencial y volverte rico y exitoso como ellos. ¿Sabes cómo ganaron su dinero? Dando seminarios. En su mayoría, lo único que hacen bien es convencer a otros de que hacen todo bien.

No, el principio universal de ser un imbécil establecido en el punto número 1, también se aplica aquí. No finjas que los políticos deben ser de alguna manera inmunes a todas las trampas que todos hacemos en nuestra vida diaria, y no te rías y señales cuando el predicador es captado en video esnifando cocaína desde el culo de una prostituta. Un buen ejercicio es imaginar a tu héroe, sea quien sea, desmayado en su jardín, desnudo de cintura para abajo. Lo más probable es que haya sucedido en algún momento. Incluso Gandhi pudo haber tenido habitaciones de hotel y prostitutas muertas en su pasado.

Y ni siquiera pienses en ignorar los consejos de un maestro moral solo porque disfruta de la «farlopa» de vez en cuando. Todos somos miembros de diferentes especies de hipócritas (¿o les dijiste en la entrevista de trabajo que una vez fingiste estar enfermo para pasar un día subiendo de nivel en World of Warcraft?). No uses los vicios de tus héroes como excusa para dejar que los tuyos se descontrolen.

Y finalmente, NO PERMITIR que nadie lo simplifique por ti. El mundo no puede ser simplificado. Cualquiera que intente pintar una imagen del mundo en colores básicos de cómic probablemente está tratando de usarte como peón.

Así que recuérdalo: I.N.T.E.N.T.A.R. Prosigan y hagan lo mismo, señores.

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